Había una vez, en un bosque muy bello de la Ciudad de Mascielle, una osita muy bella, sus ojos eran bellísimos, como el color de las avellanas, pero eran muy tristes! Reflejaban que en su alma había un vacío muy grande, hondo y profundo, nadie podría imaginar, que detrás de esa bella osita hubiera tanto dolor, y es que era muy bella! Irradiaba un halo de luz que proyectaba ternura y mucho amor, irradiaba alegría a pesar del dolor. Un día, cansada y sintiéndose al límite de sus fuerzas, intentó huir, corrió muy rápido, como si su vida dependiera de ello, (no sabía que a dónde quiera que fuera, lo que traía dentro la seguiría siempre) en algún momento, cansada de tanto caminar, se tumbó en el bosque para descansar, luego sacudió su vestido lleno de polvo y siguió caminando entre los árboles.
¡De pronto!, divisó a lo lejos, por el camino empedrado, a una Mujer joven y hermosa, sintió miedo y se escondió detrás de unos arbustos de fresas, pero presa de la curiosidad, asomó su cabeza y miró de nuevo a esa Mujer; la pequeña osita, quien por cierto se llamaba Aurora, no sabía porque su corazón se había inquietado....
¿Quién era ella? Por qué esa mujer lograba atravesar el alma con su mirada? No podía entender el por qué se sentía desnuda ante su presencia, parecía como si la conociera de siempre y pudiera entrar en su corazón y descubrir todo lo que hasta hoy se había permitido callar, tanto dolor, tanta angustia, tanta tristeza, tanta desilusión, tanta soledad y abandono, desesperación, pequeños odios y resentimientos, tanto y tanto desamor.
¡De pronto!, divisó a lo lejos, por el camino empedrado, a una Mujer joven y hermosa, sintió miedo y se escondió detrás de unos arbustos de fresas, pero presa de la curiosidad, asomó su cabeza y miró de nuevo a esa Mujer; la pequeña osita, quien por cierto se llamaba Aurora, no sabía porque su corazón se había inquietado....
¿Quién era ella? Por qué esa mujer lograba atravesar el alma con su mirada? No podía entender el por qué se sentía desnuda ante su presencia, parecía como si la conociera de siempre y pudiera entrar en su corazón y descubrir todo lo que hasta hoy se había permitido callar, tanto dolor, tanta angustia, tanta tristeza, tanta desilusión, tanta soledad y abandono, desesperación, pequeños odios y resentimientos, tanto y tanto desamor.
Pocos sabían, que esa pequeña osa, tan perfecta y hermosa, había pasado por situaciones que le hicieron cambiar y pensar que ya no valía nada, el espejo le devolvía una imagen que no le gustaba y entonces no se permitía proyectar lo que realmente era, sentía que ya no era tan perfecta como creía, entonces, en esa falta de amor a sí misma, no se dejaba amar, hacía mucho caso de lo que los demás decían y entonces empezó a vivir de una forma diferente para que la aceptaran, dejó de vivir su propia vida y ser feliz, para vivir de la forma en que los demás querían que fuera. (Lo que ella creía que era)
Ella se empezó a sentir presionada, su papá quería que fuera de una forma, su mamá, de otra forma, sus abuelos le decían que así no era correcto, sus amigas, le decían que era muy tonta, que así no era, se sentía desorientada, confundida, desubicada... sola.
No podía entender el mundo, no sabía hacia donde dirigirse, sentía que estaba perdida. Dejó que de cierta forma todos manejaran su vida, se le hizo fácil dejarse guiar por ellos, pero eso no le ayudaba, tal vez, se sentía culpable de no ser lo que los otros querían y tenía miedo de rebelarse y gritar lo que su cuerpo tenía atrapado, no quería lastimar a nadie!
La mujer que se cruzó en su camino la miró, caminó hacia ella y la abrazó tan fuerte!, que la osita, sorprendida, correspondió al abrazo y se permitió llorar. Lloró mucho y sintió una tranquilidad que nunca había sentido, era como si se quitara un peso de encima, era como si en ese abrazo hubiera descargado sus traumas, sus miedos, sus ideas erróneas, sus memorias de dolor, sus pequeños odios y rencores, que estaban escondidos en alguna parte y no se había permitido dejar ir, por decisión se echó a cuestas cargas que no le correspondían, se llenó de miedos y alimentó el dolor que le provocaba el hecho de sentirse rechazada y abandonada por papá Oso. En su Ser interior de niña osa, no pudo entender que papá era el proveedor de casa, el se encargaba de mantener lleno el barrilito de la miel, de trabajar mucho y a deshoras para cubrir todas las necesidades de la familia, papá Oso, creía que eso era lo que los papás debían hacer y se esforzó todos los días, se cansaba mucho, pero se sentía satisfecho por sus logros y por saber que sus hijos y su esposa Osa, tenían lo suficiente, nadie le enseñó el amor de otra manera, él hizo lo que pensó que era correcto, por lo tanto, lo hizo bien, no supo hacerlo de otra manera.
A papá Oso le hubiera gustado decirle lo mucho que la amaba, que la admiraba por sus logros y que se sentía orgullosa de su pequeña Osita, No imaginaba lo que el corazón de papá Oso sentía al verla, pero tenía miedo, no sabía como acercarse, como hablarle, la veía frágil, quizás sentía que podía quebrarla y se alejaba, no es que él quisiera, sólo que nadie le enseñó, pero nadie podía dudar de lo mucho que amaba a su pequeña.
Aurora se había quedado en su zona de confort, cuestionando y juzgando a sus padres por haber hecho esto y aquello y por no haber hecho lo que se supone que deben hacer los papás, tenía expectativas muy altas y al no cumplirse, la hacían sentir frustrada y triste, pensaba que no era tan inteligente como, tan bonita como, tan lista como, mejor que.., hubiera deseado ser hombre y parecerse a. Se bombardeaba intentando castigarse por no cumplir con sus propias expectativas, esas que se hacía a sí misma, sin saber, que por el solo hecho de ser y existir valía la pena su vida.
Al final se quedó dormida, agotada, sudorosa del esfuerzo por sanar su alma y las heridas de su corazón, esas que alimentó con el tiempo y la tenían sumida en la desesperación y la angustia de no encajar, de no Ser lo suficiente.
Durante el sueño, seguía sintiendo aquél abrazo apachurrado de esa Mujer, en el encontró la paz que su alma necesitaba, respiró hondo, profundo, durmió tanto, que cuando despertó, notó que el cielo no era gris, sino de un azul maravilloso, entendió que solo ella era dueña de su vida y de su destino, que ser feliz, era SU decisión, que nada de lo que hiciera o dejara de hacer, lograría que los demás la vieran diferente, que ella y solo ella, era la dueña y la responsable de su destino y de su percepción de lo que era la Vida, que dentro de ella estaba el poder para sanarse y continuar, que nadie podía darle lo que ella quería, porque nadie la conocía tanto como ella misma, no eran adivinos, no sabían sus necesidades.
Entonces optó por vivir al máximo cada día que Dios le daba, decidió, a pesar de sus miedos, reconocer sus "errores" o malas decisiones, esas que eligió y a las que nadie la obligó y lejos de culparse o arrepentirse de ellos, los reconoció y los agradeció, porque en ellos había enseñanza y aprendizaje; se aceptó tal cual era y decidió hacerse responsable de su vida, perdonar a los demás para liberar su cuerpo del peso que cargaba, dejando atrás un costal lleno de rencor, de rabia, de ira, celos, envidias, de amargura y dolor, soltó el miedo y la tristeza contenidos durante tanto tiempo, la soledad a pesar de la compañía, el sentimiento de abandono que realmente no existía, pero que su Ser pequeño, ese que vivía en su interior, así lo creía, ella ni siquiera sabía que todo eso estuviera dentro de ella y mucho menos, que haya soportado por tanto tiempo cargar con ese peso.
En ese abrazo, el que esa mujer le dió, aprendió que quien la amara, la iba a aceptar como ella era, aún cuando no estuvieran de acuerdo, aún cuando no la entendieran, e iban a respetar su manera de vivir. Aprendió que era dueña de su vida y de su destino y que sus decisiones debía basarlas en su propio bienestar, dejar de sabotearse, cambiar el Chip y empezar a darle un nuevo significado a sus circunstancias y a las situaciones que se le presentaran.
Cuando la Mujer vió su fuerza, su entereza, la determinación en su mirada, supo que su papel en el camino de la pequeña Osa Aurora, había concluido, dándole un beso en la frente, le dijo adiós: - “ Te dejo a cargo de tí misma, solo en tí está la decisión de ser feliz, tú puedes, hoy sabes que vales mucho, eres un ser de luz y de amor, a pesar de tu fragilidad, tienes la fuerza del águila para volar alto, muy alto, hasta donde tú misma te permitas llegar, vales mucho y te mereces lo mejor".
Perdona de corazón, ten la humildad para pedir perdón y perdónate, porque a pesar de lo que pienses, haz hecho lo que has creído correcto, por lo tanto, está bien hecho. Ya es la hora de despertar y aprovechar al máximo cada minuto de tu vida, eres una Osa muy afortunada y Bendecida, no lo crees???
Gracias por existir y coincidir. Te amo
Autor: YEQM
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